domingo, 14 de septiembre de 2014

Crítica de "Boyhood (Momentos de una vida)" : la fina linea del paso del tiempo


Boyhood (Momentos de una vida) es una película dirigida y escrita por Richard Linklater. Rodado con el mismo grupo de actores durante doce años, desde 2002 a 2013. Protagonizado por Ellar Coltrane en el papel protagonista de Mason, Lorelei Linklater como Samantha, Patricia Arquette como Olivia e Ethan Hawke como el padre.

Como primer apunte importante a resaltar de este proyecto es sin duda la duración del rodaje. Doce años, con el mismo grupo de actores, manteniendo el mismo estilo, un proyecto ambicioso, sin dudarlo. Hay que agradecer el riesgo de Linklater ya que 'Boyhood' es un ejemplo de como si se arriesga se gana, y no hablando en términos económicos sino en términos artísticos y cinematográficos. En conclusión, un proyecto revolucionario en la historia del cine.

Hay que subrayar que "Boyhood" no juega con la premisa de remitirse a contar una historia hablando en pasado sino al contrario, utiliza el recurso de hacernos ver que el paso del tiempo es una sucesión de recuerdos en presente y que cuando menos te lo esperas ya ha pasado gran parte de tu vida, han pasado la mayor parte de tus experiencias y que inclusive el momento más eterno se convertirá en un capítulo más de tu vida y no en el único.

La nostalgia con la que nos es presentada cada momento del protagonista, cada acción vivida y cada detalle de su vida están totalmente pegados a la realidad llegando a crear una relación de identificación total con los personajes y situaciones presentadas. El primer amor, la primera copa, la primera decepción, la inocencia y la pérdida de esta, es un análisis total de cómo transcurre la vida y tras su visionado rememorarás tu propia vida, dejándote sin duda con un buen sabor de boca tras salir del cine.

Lo bueno, también, es que no nos muestra lo bonita que es la vida únicamente sino que al contrario, nos muestra la realidad como es: agridulce. Los momentos más complicados y negros del film no son presentados con exceso dramatismo o morbosidad, hay un respeto hacia este tipo de situaciones, no haciendo hincapié en ellos pero sí dándoles importancia en la propia historia y como influencia este tipo de situaciones en la vida del protagonista y de su entorno. Los momentos más felices se nos muestran sin exaltación de la felicidad ni el recurso del 'happy-end' sino que se muestra como efímera pero cargada de sentimientos, totalmente como pasa en la vida real. La vida es un constante tira y afloja. Linklater hace de "Boyhood" una historia que no trata de algo en concreto sino de un todo, de una vida, de cómo pueden ocurrir las cosas y como transcurren, los dramas no son cinematográficos sino que son nuestro pan de cada día, los romances no son historias de amor idealizadas sino que hay vaivenes como en todas las parejas, los divorcios no son sólo gritos y lloros sino que hay más. "Boyhood" consigue eso: ser vida.